La estimulación temprana tiene que ser una experiencia positiva, los niños tienen que divertirse y sentirse queridos y cómodos mientras van aprendiendo. Y el juego es un gran camino para lograrlo.
Todos los bebés nacen con un gran potencial que desarrollarán a medida que maduren. Cada niño tiene su propio ritmo y este es un factor a respetar para que los resultados sean satisfactorios. Los padres y sus maestros son quienes deben brindarles la atención y estimulación necesaria para que desarrollen al máximo su potencial individual.
Hay que tener en cuenta que durante los primeros años de vida se producen muchos procesos de aprendizaje que se van dando paralelamente como, por ejemplo, desde aprender a pararse, construir el psiquismo, lograr la comunicación gestual, hasta relacionarse con niños de su edad. Algunos de estos procesos se van dando en forma simultánea y otros de forma procesual.
A la vez, otro proceso muy importante es la individuación y la diferenciación; ya que cada persona es única, particular e irrepetible.
Mediante el juego, con los padres y también con pares (hermanos u otros niños de su edad) muchos de estos procesos pueden facilitarse. Y es que todos los juegos requieren habilidad, paciencia y algún tipo de estrategia. Al jugar se desarrollan todas estas aptitudes. También a través del juego se aprende el valor de las reglas y de las normas.
El juego tiene una influencia directa en la constitución de su personalidad y en la construcción de las relaciones con niños de su propia edad: aprende a compartir con otros, a adoptar roles e intercambiarlos
Lo importante es jugar también con los papás, ya que afianza el vínculo entre ellos y suma momentos de disfrute.