La crianza de un hijo implica pasar como padres por diversos estados de ánimo, a veces difíciles de manejar. En este artículo daremos algunos consejos para minimizar el estrés y posible mal humor para mejorar la relación con los niños.
Las madres tienen la gran tarea y responsabilidad de ayudar y acompañar a nuestros hijos en su crecimiento y desarrollo como personas. Seguramente abundarán los momentos únicos y de gran satisfacción, pero también surgirán otros difíciles de sobrellevar. Por ejemplo, falta de descanso, rabietas y mal comportamiento de los niños, situaciones en las que se ponen a prueba la tolerancia y las estrategias para resolver conflictos.
Para lograr manejarse como madres tranquilas, comprensivas y educadoras, hay que cuidarse. Esto implica incorporar tiempo para cada una, y reconocer cuándo es necesario restablecer el equilibrio.
Las madres que controlan sus emociones, serán más capaces de regular las de sus hijos. Algunos consejos para minimizar el mal humor y mejorar la relación con los niños:
1. Alimentarse y dormir adecuadamente: aunque parezca una obviedad, hay muchas mamás que no desayunan, que comen lo que dejan en el plato sus hijos, que “pican” algo mientras se ocupan de otras tareas y hasta las que comen rápidamente y en un clima de estrés. Es necesario realizar cuatro comidas, variadas y sanas y sentarse con el tiempo suficiente para no comer apurada. El descanso adecuado también forma parte del equilibrio necesario para ejercer el rol de padres más eficazmente.
2. Pasar tiempo solas: para recuperar fuerzas, es necesario pasar un tiempo a solas. El no lo hacerlo, probablemente te llevará a sentir que corrés todo el día atrás de los chicos satisfaciendo sus necesidades, con signos de agotamiento, irritabilidad y poca conexión emocional con ellos. Cuando una mamá se toma y respeta su tiempo, se reencuentra con sus hijos con alegría, buen humor y ganas compartir.
3. Pasar tiempo con gente que te hace bien: compartir tiempo con otros adultos, como la pareja, familiares o amigos ayuda a recuperar el equilibrio, a desestresarse y conectarse con otros temas. Estos vínculos íntimos y de confianza reducen o amortiguan el estrés relacionado con los principales cambios de la vida, así como el vinculado con los efectos acumulativos de las dificultades cotidianas.
4. Realizar ejercicio físico: el ejercicio físico, genera en las personas que lo practican bienestar emocional. Aumentan su energía y su autocontrol, se sienten más pacientes, creativos y fundamentalmente disminuyen los efectos del estrés. Tienen que practicarse con frecuencia, con un mínimo de veinte minutos y por sobre todas las cosas, realizarlo con una actitud positiva.
5. Pedir ayuda y delegar: la ayuda cotidiana, junto con el apoyo emocional, pueden significar la diferencia entre encarar los retos diarios naturalmente, o llegar a padecer estrés crónico. A su vez, nos beneficiaremos de ayudar a otros, en el dar y recibir.