Controlar los esfínteres es algo más que dejar el pañal y “sus comodidades”. Implica un proceso complejo, un fenómeno cultural y que puede resultar extraño en un comienzo. El bebé, de golpe, se enfrenta con que hay que esperar o retener, que ahora tiene que ir al baño.
El control de esfínteres implica el resultado de un proceso que tiene idas y vueltas, no es lineal, como todo aprendizaje nuevo que intentamos. Es, además, un paso más que importante en el desarrollo mental, emocional y social de los chicos.
Aunque de grandes ya no lo pensamos ni lo consideramos como algo no natural, en esta etapa es la primera vez en que se toma la decisión de no dejar libre curso a la satisfacción de las necesidades fisiológicas.
Ellos deben darse cuenta de sus necesidades, querer y ser capaz de controlar sus esfínteres hasta que encuentre el lugar conveniente e indicado; algo que se logra solo por ser entrenado o educado. Por eso, es recomendable y conveniente elogiarlos si lo logran, pero no enojarse, retarlos ni humillarlos con gestos o palabras despectivas si no lo logran.
Además, hay que acompañarlo en el desarrollo del sentimiento de eficacia y autoestima que lo alientan a la exploración de sus propias capacidades, la apropiación de las reglas de comportamiento y costumbres de la sociedad en la que se cría, se educa y crece. Así como también a la apropiación del sistema de valores de su familia y de su comunidad.
Otros puntos a tener en cuenta. Por un lado, no existe un consenso que nos diga la edad exacta en que los niños deban controlar sus esfínteres, ya que es un proceso individual y propio de cada familia (auqnue suele ser cierto que primero lo hagan las niñas). Además, los niños necesitan alcanzar una cierta madurez neurológica y motora para aprender a controlar sus ganas de ir al baño.
Para empezar a independizarse en ese aspecto, lo mejor es usar un baño de su tamaño, es decir no el inodoro de los adultos sino la famosa «pelela».
En el caso de que se produzcan «accidentes», no es necesario retar al niño. Son situaciones que pueden pasar durante el aprendizaje y no hay que tomarlo como un retroceso. La paciencia y el acompañamiento son las claves en este proceso.