En la primera infancia, el juego ayuda a los niños a desarrollar habilidades que no podrían adquirir de otro modo. Por ejemplo, los niños aprenden a hablar, a gatear, ponerse de pie y caminar, y otras muchas destrezas, mediante la práctica repetitiva del juego.
Luego, los niños emprenden juegos de rol y aprenden a regular sus relaciones con los demás. También aprenden a negociar y solucionar sus propios conflictos. Mientras juegan, los niños inventan historias, resuelven problemas y negocian aplicando diferentes estrategias.
Un informe de 2007 de la Academia Americana de Pediatría documenta que el juego promueve el desarrollo del comportamiento y también el crecimiento cerebral.
Otras investigaciones ilustran la importancia del juego físico para el aprendizaje y el desarrollo de los niños. Algunos de estos estudios han destacado la importancia de los espacios de juego en los centros educativos.
En Puerto Crianza, consideramos que los primeros años de vida son fundamentales para establecer las bases de una personalidad segura, de una socialización exitosa y de una buena capacidad de adaptación. Son los años con la mayor potencialidad para desarrollar los intereses y talentos naturales de cada niño y, por consiguiente, años que deben ser aprovechados al máximo para acercarles oportunidades de aprendizaje.
Nuestro proyecto pedagógico contempla todo esto de manera primordial, por lo cual se implementan actividades especialmente pensadas y probadas para cada edad y área que incluyen el juego-aprendizaje.