El período de tiempo entre la concepción y los dos años de vida del bebé son los que definirán su salud nutricional para el resto de su vida. Sabiendo esto, está de más decir que esos días son los más importantes para su desarrollo mental y motriz, ya que en ese lapso se desarrolla la inteligencia futura. Este tiempo constituye, así, un reaseguro de salud general para los siguientes 80 años.
«Los primeros 1000 días de vida de una persona son en los que se crece a mayor ritmo -el mayor de toda la vida- ; se desarrolla la inteligencia futura y se forman los hábitos alimentarios perdurables”, explicó el Dr. Sergio Britos, Director de CEPEA (Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación) y Profesor de la Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina, UBA, en una reciente entrevista.
Luego, Britos agregó un detalle no menor, sobre la importancia de dar el pecho a los bebés: “Por supuesto, en primer término hay que destacar la lactancia materna, sin duda alguna la mejor intervención nutricional posible en los primeros seis meses de vida de los niños y en forma extendida en el primer año; además de la intervención ‘más igualitaria’ entre pobres y no pobres».
Al respecto, es bueno saber que cuando el amamantamiento no es posible o es insuficiente la mejor opción para alimentar a los bebés son las fórmulas infantiles, que contienen vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales, nucleótidos y prebióticos adecuados para el crecimiento y desarrollo del bebé.
Teniendo en cuenta esta vital información, este período es fundamental para establecer y favorecer sus sanos hábitos alimentarios. Por suerte, en Argentina, pediatras, nutricionistas y madres están comprendiendo su relevancia cada vez mejor.