Durante el verano, hay que prestar especial atención a la salud de los niños, ya que los días muy calurosos pueden provocarles desde deshidratación, diarrea y golpes de calor. Por eso es importante recordar que más allá de que estén “resguardados” en lugares frescos y ventilados, la clave para proteger a los bebés y niños está en su alimentación.
Por sus beneficios nutricionales, inmunológicos y para el desarrollo infantil, la leche materna es el alimento ideal para los bebés. Por eso, en verano y sobre todo durante los días de intenso calor, la Sociedad Argentina de Pediatría aconseja incrementar la frecuencia y/o duración de la toma de cada pecho ante la necesidad de mantener hidratado al bebé.
A su vez, en los casos en los que la lactancia materna resulta insuficiente o no es posible, lo ideal es suplantarla con las fórmulas infantiles (líquidas o en polvo).
En el caso de las fórmulas infantiles en polvo, a la hora de preparar la mamadera la Asociación de Empresas de Nutrición Infantil indica que como esta leche no es estéril lo ideal es prepararla y consumirla en el momento; y que no puede estar más de 1 hora a temperatura ambiente, ni ser congelada.
Es muy importante tener en cuenta que nunca hay que conservar la leche sobrante de una mamadera en la heladera o calentar la fórmula ya que los cambios de temperatura pueden favorecer que las bacterias se reproduzcan a niveles no aptos para la salud del bebé.
Por último, para los días en que el calor es muy intenso, los especialistas aconsejan darles a los niños mayores de seis meses agua o jugos naturales en forma frecuente sin esperar a que ellos los pidan y evitar consumir bebidas con cafeína o azúcar en exceso, así como también las que estén muy frías (ya que causan dolor de estómago) y los líquidos o comidas calientes o pesadas.