En los primeros años de la infancia, especialmente durante los tres primeros, los bebés y los niños aprenden y desarrollan más que en ningún otro momento de su vida. Y esta evolución se potencia si reciben afecto, atención, aliento y estímulos mentales, además de un buen cuidado de la salud y de su alimentación.
El cerebro del niño es extraordinariamente receptivo, y durante períodos claves del desarrollo algunas partes del cerebro infantil pueden duplicarse en tamaño , en el curso de un año. Pero si el cerebro no recibe el estímulo apropiado, varios aspectos del potencial del niño para el aprendizaje pueden quedar debilitados.
Por eso, según UNICEF, “el desarrollo psicosocial y cognitivo son fundamentales para el desarrollo humano, que ofrece a los niños y las niñas la posibilidad de aprender a manejar niveles de pensamiento, emociones y sociabilidad cada vez más complejos”.
Este desarrollo implica, para el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, “avanzar de lo simple a lo complejo, de una conducta dependiente a una autónoma que permite al niño y a la niña funcionar en un ambiente particular, adaptarse a nuevos ambientes, y transformar los ambientes en los cuales viven”.
De acuerdo a este organismo, el método más importante para que los niños y las niñas se desarrollen y aprendan consiste en el contacto con sus semejantes y con sus padres y también consiste en el juego.