Los niños están acostumbrados al calor y el cariño del hogar, a sus rutinas y cuidados y a saber que mamá y/o papá están ahí para ellos. Por eso, el momento de enviar a los chicos al jardín de infantes es un proceso de cambio y de adaptación, tanto para el niño como para sus padres.
La adaptación involucra a todos: docentes, niños, familia e institución. Cada pequeño es único y diferente del resto.
La adaptación no es un hecho que se dé un día para el otro, es un proceso gradual y progresivo a veces con idas y vueltas y que, depende el caso, puede durar semanas. Es una situación llena de emociones, miedos, ansiedad, dudas y deseos que se dan simultáneamente. Por ejemplo, el niño puede sentir a la vez que quiere y que no quiere quedarse en el jardín, aunque a vece no pueda expresarlo con palabras.
Por eso, es importante que los papás acompañen este proceso de adaptación y que estén presentes en los primeros días de la vida escolar y que le den la contención necesaria cuando no quieran quedarse en la institución.
La adaptación involucra a todos: docentes, niños, familia e institución. Cada pequeño es único y diferente del resto.
Por otro lado, al momento de dejarlos solitos, es primordial despedirse de la mejor manera posible: sin angustias, sin llantos prolongados y con buena cara 🙂 (con decisión).