La estimulación temprana en los niños es fundamental para potenciar su desarrollo futuro. Y puede comenzar a hacerse desde antes del nacimiento. En este sentido y durante los últimos años, diferentes estudios científicos coinciden en que la mejor manera de estimular a los niños es a través del vínculo afectivo.
Al estimular a los niños desde antes de su nacimiento, los padres fortalecen aún más los cimientos de su vida futura, su personalidad y su inteligencia. Luego, durante sus primeros años de vida, la estimulación temprana será una tarea que realizará la familia y también otras instituciones de socialización, como el jardín maternal o el infantil.
Estos mismos estudios dan cuenta del rol insustituible de la madre y de la familia como agentes estimuladores y pedagógicos durante el crecimiento de los hijos.
La madre, el padre, los familiares más cercanos, los hermanos y los amiguitos de su edad son los mejores transmisores y compañeros de experiencias. Por eso, el clima ideal de aprendizaje durante sus primeros años es un entorno favorecedor del juego pleno de amor y contención. En este contexto, el mejor modo de hacerlo es a través del lenguaje y de la música. “Conversar”, cantarle, contarle cosas y tratarlo con amor y cariño son acciones muy importantes, por básicas que parezcan.
Eso sí: si bien no existen estudios de carácter científico sobre la sobre-estimulación de los niños, no es recomendable llegar a extremos. Cada uno tiene su propio ritmo.