En la Argentina, seis de cada diez madres participan del mercado laboral y contribuyen con casi la mitad del total del ingreso familiar, es decir que la pareja constituye de igual a igual el sostén económico del hogar. Este tipo de “composición accionaria” en la familia es novedosa respecto a siglos anteriores y le otorga a la mujer mayor autonomía y poder de decisión.
Por otro lado, otros fenómenos comenzaron a ser cada vez más comunes, como los matrimonios informales, las separaciones y divorcios, el incremento de estructuras de familias ensambladas y reconstituidas y de hogares monoparentales.
Todas estas instancias -aún en transición- provocan una necesaria resignificación y reorganización de los roles de las personas en el interior de la familia, y originan nuevas tareas y responsabilidades. En el medio, los hijos lo viven de diferente manera y, por ejemplo, ante un divorcio pueden sentirse más cercanos a un progenitor o al otro.
Históricamente, la responsabilidad del cuidado recayó en las mujeres. En la actualidad, existe una creciente demanda social sobre los hombres para que asuman mayores responsabilidades en las tareas domésticas y de cuidado, y a la vez se comienza a relacionar el ejercicio de una paternidad mucho más participativa y comprometida.
Internalizar las nuevas pautas culturales o sus significaciones y discursos en las actitudes diarias de los padres de familia llevará su tiempo. No obstante, diversos actores e instancias sociales están realizando esfuerzos para facilitar y propiciar este cambio.
Vos, ¿cómo analizarías estos cambios sociales dentro de tu dinámica familiar?