La alimentación de los niños es fundamental para su calidad de vida y su buen desarrollo. Pero esta concepción es más bien moderna. En los siglos anteriores, muchos bebés morían, por ejemplo, debido a la contaminación producida por la falta de higiene a la hora de preparar los alimentos y el consumo de leche animal sin pasteurizar.
Esta situación derivó en la preocupación por la nutrición infantil (y al desarrollo de la pediatría como especialidad médica). Por eso, los conocimientos sobre nutrición infantil recién se profundizaron durante el siglo XX, algo que realmente logró cambiar la expectativa de vida de los más chicos.
El proceso fue largo pero claro y contundente. De hecho, en 1748, el médico británico William Cadogan publicó el «Ensayo sobre el cuidado y manejo de los niños» quien le atribuía al calostro, “la primera leche” que la mamá amamanta, propiedades purgativas que ayudaban a eliminar el meconio (la primera defecación) y ya afirmaba que esta sustancia ayudaba en la prevención de infecciones gastrointestinales en el bebé.
Hoy, ya no hay dudas de que el calostro es considerado fundamental por los anticuerpos que le transmite la madre al hijo apenas nace.
«Un punto a reforzar en la nutrición infantil sin duda es una mayor educación del ‘gusto’ por lo saludable. Desde los primeros dos años de vida; es necesario ser más paciente e insistente en ofrecer al niño alimentos saludables, verduras, frutas, yogures, leche (después del año de vida) y limitar desde pequeños la excesiva carga de azúcares o sal», son las recomendaciones que el Dr. Sergio Britos le hace a los padres.