Delicada, pequeña, suave y súper acariciable. La cabeza del bebé recién nacido tiene características particulares, importantes para cuidarla y también, para no preocuparse.
Todos los bebés recién nacidos tienen en su cabecita zonas blandas llamadas fontanelas, de las cuales dos se pueden percibir con solo pasar la mano: la fontanela anterior (la “mollera”), que se ubica en la parte superior de la cabeza, es la más grande y puede medir entre 2 y 7,5 cm de ancho. La otra es la fontanela posterior, que está en la parte de atrás de su cabecita, es más pequeña y, por lo general, menos notoria. También existen las dos laterales, ubicadas justo detrás de las orejas y que no se pueden percibir al tacto.
Estos espacios blandos en el cráneo del recién nacido son normales y permiten que su cerebro pueda crecer más rápido de lo que van creciendo los huesos durante el primer año. Además permiten que, durante un parto natural, la cabeza se moldee para pasar por el canal de parto.
Muchos padres pueden sentir temor o impresión al tocar estas zonas blandas o miedo a que se golpeen, pero la cabecita está bien protegidas ya que la membrana que recubre estos espacios es dura y difícil de penetrar. A veces también es posible percibir que la fontanela superior late. Este movimiento es muy normal y es reflejo del latido cardíaco.
¿Cuándo desaparecen las fontanelas? Desaparecen a medida que se cierran los huesos del cráneo: la posterior y las laterales desaparecen alrededor de los 6 meses y la anterior, y más grande, entre los 12 y los 18 meses. En cada revisión médica el pediatra se encarga de controlarlas y de medir la circunferencia de la cabeza del bebé para asegurarse de que su crecimiento sea normal.
El cuidado de la cabeza es muy importante porque el recién nacido no tiene fuerza suficiente en el cuello para sostenerla por sí mismo, ya que los músculos de esta parte del cuerpo todavía no están completamente desarrollados. Entonces, al alzarlo hay que sostener su cabecita y cuello para que no caiga hacia un costado o hacia atrás y se deben evitar movimientos bruscos o sacudidas porque pueden provocar lesiones en la cabeza del bebé.
En cuanto a la forma de la cabeza luego del parto, hay que tener en cuenta que, como se dijo más arriba, el cráneo de los bebés tiene placas óseas blandas con la capacidad de comprimirse o superponerse para poder pasar por el estrecho canal de parto. Si el bebé nació de esta forma, su cabeza puede verse deformada (alargada, ovalada o con forma de cono). Esta forma va desapareciendo a lo largo de los primeros días de vida, cuando los huesos del cráneo se van redondeando. La cabeza de los bebés que nacen por cesárea o een el que las nalgas o los pies salen primero, por lo general, no presentan cambios y se ven redondeadas.
Finalemente, también pueden darse cambios en el cabello del bebé, ya que el pelo que traen desde la panza se suele tornar muy fino, y a medida que cae va siendo reemplazado por uno más fuerte. En este cambio de cabello también puede suceder que cambie su color.